Me desperté.
Lo primero que sentí fue estar en un lugar totalmente desconocido para mí, un lugar iluminado por una luz que no era natural, un lugar donde se respiraba aire cerrado. Mis ojos recién despiertos turbiamente percibían un lugar perfectamente angular, con cantidad de cosas alrededor y la figura de una persona a media distancia de mí.
Un fuerte dolor en las manos llamó mi atención, medio recuperando la conciencia pude fijarme que las tenía vendadas. Traté de cerrarlas pero sentí un fuerte dolor y volví a abrirlas, estaba claro que algo me había pasado que no lograba recordar.
Poco a poco conseguía percibir mejor el entorno y pude encontrarme a mí mismo echado de forma cómoda sobre una especie de superficie blanda. No estaba en el suelo sino a cierta altura, no podía determinar cuál. Tratando de girar la cabeza para ver mejor la pared que tenía a mi izquierda, un leve dolor de cabeza como de haber recibido un golpe iba y venía.
Me propuse conseguir recobrar de todo el conocimiento y cerraba y abría los ojos tratando de que poder ver mejor ese lugar, sentía estar seguro y no correr peligro pero necesitaba saber si estaba verdaderamente a salvo.
A mi derecha toda una sala llena de cosas totalmente inexplicables colocadas de forma ordenada. Un poco alejadas de mí pude comprobar en realidad había dos personas, una de ellas estaba echada de la misma manera que yo, y otra le acompañaba cogiéndole de la mano. No se había percatado yo había despertado. Quise decir algo pero las fuerzas no me acompañaban. Seguía sin saber dónde me encontraba ni la razón que me había llevado estar aquí. Traté de incorporarme, de poner los pies en el suelo, y fue entonces en ese silencio que lo llenaba un extraño pitido intermitente, la personita que estaba acompañando a la que estaba echada dejó de darme la espalda. Me saludó sonriente con una mano, luego dejó la mano de la otra persona reposar y vino a mí. Empezó a hablarme pero no la entendía absolutamente nada, hablaba el mismo idioma extraño de aquellas extraños que días atrás nos apresaron. Sí, ahora recuerdo, me enjaularon, hacíamos un largo viaje, llegamos a una ciudad y luego no sé qué más pasó.
Esa personita era una adolescente, no sabría estimar la edad, las personas de este nuevo lugar al que llegamos son más robustas que los de mi tierra y quizás en verdad era una niña. Rápido se dio cuenta que no lograríamos entendernos, trató de calmarme e hizo que me volviera a echar, así que no opuse resistencia y me eché sin perderle de vista. Era lo único familiar que había allí, dos personas que no conocía absolutamente de nada. En ese lugar de paredes blancas perfectamente construidas, cosas inexplicables apiladas de manera organizada llenaban las paredes, todas menos la que ocupábamos esa persona echada y yo.
La niña había ido de nuevo donde estaba la otra persona y luego se dirigió a los pies de donde estaba echado, me dio la espalda y allí empezó a tocar algo con los dedos parece ser, sonaba como tac tac tac. Volví a observar si algo de lo que había allí podía resultarme familiar, pero era un esfuerzo en vano, todo lo que había allí era tan inexplicable… garraspé un poco y vi que podrían salirme las palabras.
Pregunté a media voz donde estaba, la niña volvió a mirarme y me hablaba, pero no la entendía. Entonces vino a mí, me cogió de las manos y cuando me tocó sentí de nuevo una punzada de dolor. Se dio cuenta y me las soltó, y luego me hizo gestos como para que me levantara y la acompañara. Miré el suelo, a simple vista no era ni tierra ni césped ni madera, ni ningún material que conociera. Cuando puse los pies descalzos, un sentimiento de frio helador recorrió mi cuerpo y de un salto volví a sentarme donde estaba echado. La niña me vio y luego se fijo estaba descalzo, me hizo un gesto de que esperara un poco, desapareció rápidamente de allí y volvió con una especie de calzado también desconocido para mí. Me los puso uno a uno y luego se apartó. Bajé y ahora si se sentía cómodo caminar por allí.
La acompañé pasito a pasito hasta donde estaba haciendo los ruidos. Señaló a algo que estaba en vertical a pie de la tabla, debía ser la que hacía el tac tac tac. Pude fijarme rápidamente que tenía una serie de grafías totalmente desconocidas para mí. Luego volví a mirar a ese algo que era de interés y como por arte de magia, empezaron a aparecer grafías más reconocibles para mí. Estaba entendiendo que ponía en esa cosa tan extraña, miraba a la niña y ella me miraba a mí y a ese artilugio mágico podría decirse. En esa tabla ponía en mi idioma «¿puedes entenderme?». Lo leí en voz alta y dije «si» en voz alta, y entonces, la tabla reaccionó y me saludó poniendo «hola» en mi idioma. Me entendía esa tabla, pero parece no podía articular palabra. ¿La primera persona que llegaría a entenderme en este nuevo lugar estaba metido dentro de algo tan pequeño?
– ¿No puedes hablar? -Pregunté inocente del todo.
– Si puedo, pero prefiero nos comuniquemos así. -Apareció en la tabla. -Haré las veces de traducción al idioma de los chicos que te acompañan.
– Entiendo. -Contesté, luego pensé que decir, y lo primero que pensé era que debía presentarme. -Soy Husimi Houma y vengo de muy lejos, no sé qué hago aquí. -Le dije. Me fijé detenidamente y justo abajo donde me hablaba, aparecían grafías, las mismas de la tabla de los ruidos. Miré a la niña y parece estaba leyendo lo que había contestado.
– Yo soy Siri. La niña que tienes a tu lado se llama Ceromi, te salvó y ahora estás en un hospital recuperándote. -Apareció en ese artilugio de fondo negro rectangular.
– ¿En un hospital? ¿Qué es un hospital? -Pregunté. No había escuchado nunca esa palabra.
– Es un lugar donde las personas van a recuperar la salud.
La niña se apartó de mi lado y fue a mirar a la otra persona que estaba en la cama. Ahora que estaba más cerca de él, pude fijarme mejor y vi que se trataba también de un adolescente, un varón para ser exactos. Parece estar inerte.
– ¿Este adolescente está aquí para recuperar la salud? -Pregunté sin dejar de mirarlo. Para cuando volví la mirada a la tabla tenía ya la respuesta. Ponía un simple «si».
– Entiendo. -Contesté.
– Sería bueno nos contaras más sobre ti, – empezó a añadir el fondo negro y rectangular, -así saber que podemos hacer por ti y, sobre todo, por que estabas en un carruaje encerrado.
– Es largo de contar. -Contesté.
– Admito más de doscientos ochenta caracteres, así que adelante. -Contestó el rectángulo plano de fondo negro. Debió de hacer algún tipo de chiste, me quedé mirando por si añadía algo más pero lo dejó ahí. Entonces tomé aire y empecé a relatar tranquilamente la aventura que nos había traído a estas tierras desconocidas.
– Soy un inexperto viajero que decidió salir a la aventura junto con otros compañeros en una embarcación enorme que encalló en nuestra isla hace muchas lunas. En el barco encontramos varias personas fallecidas y lo único que hablaban de ellos eran sus pertenencias. Nosotros vivimos en una isla no muy grande y todo cuanto había en ese barco era totalmente nuevo e inexplicable para nosotros. Después de días examinando sus pertenencias, mapas y todo cuanto había en ese gran navío, nos armamos de valor y el gran jefe de nuestro pueblo decidió que debíamos salir a la mar en ese mismo navío y eligió a las veinte personas más válidas para salir a la mar terminar lo que parece habían empezado las personas fallecidas. Queríamos sobre todo comprobar por nosotros mismos si de verdad había tierras más allá de los límites que por nuestros medios habíamos podido lograr. Y después de muchos días y noches, logramos llegar al que parece fue el punto de partida de ese navío.
Todo cuanto fui contando, el rectángulo plano de fondo negro iba traduciéndolo al idioma de la niña, que leía con interés todo cuando aparecía en él. Esperé que acabara para poder retomar la historia.
– El punto de partida resultó ser una ciudad costera como la nuestra pero con unos edificios totalmente distintos a los nuestros. Por la razón que sea, cuando llegamos ya había personas amontonadas para recibirnos. Cuando vieron que éramos nosotros, rápidamente se montó un buen tumulto y como por más que tratábamos de explicarnos, no nos entendíamos, entonces abordaron la nave y nos arrestaron a todos. Al día siguiente me metieron en una especie de trasporte tirado por animales, y después de varios días de recorrido sin parar, llegamos a una gran ciudad y ahí ya no recuerdo más. Luego desperté aquí.
La joven después de leer todo comenzó a hablar y las letras en mi idioma mágicamente brotaban y podía entender que estaba diciendo. Me dijo que me habían traído a esa gran ciudad con la intención de que los Sabios pudieran hacer de intérpretes y determinan que clase de personas éramos.
– Que nuestro dios nos castigue si teníamos malas intenciones. -Pude contestar en cuanto terminé de leer las palabras de la joven. -En verdad vinimos en son de paz y a la aventura en esa fascinante embarcación que sobrepasaba toda nuestra imaginación y conocimientos, nos mueve conocer nuevos lugares y personas, no tenemos ningún ánimo de maldad, no traíamos ningún artilugio de guerra. No nos quedamos con nada, todo traíamos de vuelta. Si dimos descanso eterno y todo a las personas de la gran embarcación…
La niña habló directamente y el rectángulo plano de fondo negro rápidamente pasó a mostrar imágenes de embarcaciones similares a la que habíamos traído. Una en concreto, la quinta, era la que más se parecía a la que traíamos y se lo hice saber. Miré a la niña y sin venir a cuento en mi idioma natal me dijo «gracias por el duro trabajo». Yo instintivamente saludé haciendo una reverencia como hacíamos en mi país y entonces la niña dijo el nombre de mi país. Nihonn.
Me incorporé y con asombro pregunté cómo podían saberlo si nunca nos habíamos visto. La niña miró al rectángulo, y yo lo miré también, y ponía «hay mucho que contarte pero no sabemos si estás preparado».
– Nos echamos a la mar para descubrir. Quiero pensar lo que me está pasando ahora forma parte de este viaje. No estoy preparado y puede que no logre entender, pero quisiera lo intentarais. – Contesté con mi seriedad característica. Entonces sucedió algo inesperado, la joven se puso a hablar sola, como discutiendo con alguien. Como era de esperar no la entendía nada. Miraba al rectángulo y tampoco aparecía nada nuevo salvo el último texto que habían puesto. Luego miré a la joven que seguía hablando sola, como discutiendo con alguien, yendo de un lado para otro, no sabía en verdad que estaba sucediendo.
Hablaba alto, lo justo como para poder despertar al joven, pero seguía sin abrir los ojos. Debía estar muy mal de la salud para no despertar con semejante volumen de voz. Me fijé bien en su cara y tenía una expresión como si la vida le hubiera abandonado. De los brazos le salía unos tubos, que iban ambos a una especie de elemento, en verdad no sabría decir que era, solo pude ver que los tubos circulaban un fluido de color rojo. La discusión seguía y la joven se había desentendido un poco de mí y también del joven, miré de nuevo al rectángulo pero no aparecía nada nuevo. Mi atención recayó al joven. Daba lástima verle así.
– ¿Qué es lo que le sucede a esa persona? – Pregunté con timidez un poco en voz alta, quizás no era de mi incumbencia pero trataba de que la niña se detuviera y me prestara atención. Pero no me escuchó, seguía caminando sola y discutiendo con alguien imaginario. Estaba realmente enfadada, era lo único que podía deducir.
Recabé de nuevo en la inexpresiva cara del joven echado. El pitido sentía que había desaparecido, quizás la voz de la joven lo tapaba pero no, me fijé bien y había desaparecido. La joven iba de aquí para allá, ahora su tono de voz volvía a ser elevado. Estaba furiosa. No sé qué la pasaba, quizás si me acercaba lo mismo me golpeaba. Sentía pena del joven, seguramente si la viera así se sentiría mal. Pasé la mirada por sus ojos y se los vi abrir. Estaba así como aletargado, seguramente se estaba sintiendo como yo. Miré a la niña, no se estaba dando cuenta que la persona que había a escasos metros de ella estaba recobrando el conocimiento. Volví a mirar al joven, y nuestras miradas se cruzaron, luego se miró a los brazos y con la expresión de preocupación, dirigió su mirada a la joven y empezó a llamarla a ella que estaba de espaldas. Debía estar esa persona muy débil porque no la escuchaba. Cuando la joven en uno de los giros vio que el niño había despertado, salió corriendo hacia él. Era como si él hubiera regresado del mundo de los muertos y ella no esperaba que eso sucediera. Le abrazó y lo zarandeaba, la efusividad de las voces ahora era de abrazos y de alegría. Era tan efusivos que hasta se pusieron a besarse y yo no pude mirar del pudor que me estaba dando, que fui a mirar al rectángulo. Pude leer que ponía «mira aquí y no pierdas de vista lo que voy a enseñarte».
No sabría bien cómo explicarlo pero el rectángulo plano de fondo negro que mostraba frases se transformó en una especie de ventana, como si se pudiera ver a través de ello. Pegado en una pared podría pasar perfectamente por una ventana pero no estaba pegado a una pared. Dentro de mi incredulidad algo apareció que me resultaba muy familiar. Era el carro donde me estaban trasportando, como a media distancia. Esa ventana en la que se había trasformado el rectángulo de fondo negro y plano veía a través de los ojos de alguien pues tenía el balanceo propio de una persona caminando. De vez en cuando unos fogonazos de luz impresionantes hacían que la ventana se viera totalmente blanca. Esos fogonazos no parecían molestar para nada a la persona que veíamos a través de sus ojos pues avanzaba al carro, que por momentos se iba haciendo cada vez más cercano. Centré mis ojos en la ventana trasera de ese carro que por momentos iba acercándose y empezó a latirme demasiado el corazón cuando me pude empezar a ver, estaba agarrado a las rendijas de la ventana, gritando desesperadamente que quería salir mientras las zarandeaba como un loco. El bamboleo ahora empezó a ser de alguien a la carrera, esos ojos por los que estaba viéndome estaban ya viéndome desesperado del todo. Un nuevo fogonazo surgió y todo se volvió otra vez blanco. Cuando de nuevo el fogonazo desapareció, los ojos por los que mirábamos a través miraban a un yo tendido en el suelo. Estaba inconsciente. Los ojos se agacharon y unas manos empezaron a acariciarme la cabeza y luego esas mismas manos sirvieron para recogerme del suelo. Y el artilugio se quedó negro.
Cuando todo eso acabó, tenía dos personas a mi lado mirando con interés lo que mostraba el rectángulo plano de fondo negro. Hubo un momento de silencio, miré a la izquierda y vi que no había nadie echado. Parece que el joven que estaba desfallecido y con los tubos en los brazos era la misma que tenía a mi izquierda.
– ¿Qué es lo que acabo de ver? -Fue lo único que se me ocurrió preguntar. Entonces el rectángulo mostró lo que había dicho y abajo lo que debía ser la traducción. Después de un pequeño silencio, la niña empezó a hablar despacio y el artilugio traducía a mi idioma.
«Acabas de ver cómo te salvé de que te destrozaras del todo las manos y de que te quedaras ciego para toda la vida… en el mejor de los casos.»
Entonces me miré a las manos, a mis doloridas manos vendadas que no podía aun cerrar. La niña siguió hablando, pero ahora hablaba más rápido y parece no era a mí. Rápido ofreció la traducción.
«Al final te has salido con la tuya Siri, de mostrarle lo que estabas grabando también sin mi permiso…»
Los tres nos quedamos mirando al rectángulo plano de fondo negro esperando una respuesta, y tras un momento en silencio, apareció. Decía que había que empezar por algún lado. Entonces la niña habló.
«Bueno Siri entonces si tú lo has empezado, ¿te encargas de contarle todo mientras termino de atender a Centeno?».
El rectángulo plano de fondo negro se volvió a quedar sin decir nada más pero acto seguido contestó con un simple «si». Entonces los jóvenes me miraron y luego él aproximó una silla mullida que parecía levitar de no ser porque llevaba unas ruedas, y la puso delante del lugar donde reposaba el rectángulo. Con la mano me hizo ademán que tomara asiento, y yo no me opuse para nada. Una vez sentado, pude sentir en verdad era mullidita. Mientras me acomodaba ellos se apartaron y fueron a donde los encontré cuando desperté allí. Devolví mi mirada al rectángulo y el pequeño ser que hubiera dentro me preguntaba si estaba preparado para todo cuanto iba a contarme.
– No lo sé bien, cada cosa que me mostráis me deja aún más desconcertado. Veo de momento dos personas aquí, tres conmigo, pero no sé si hay cuatro personas con ¿usted? Que creo se llama Siri he podido entender.
Al hablar a solas con el rectángulo de fondo negro plano, no mostraba la traducción. Así que cuando empezó a aparecer texto solo lo hacía en mi idioma.
«Yo soy Siri, una inteligencia artificial de una civilización futuro-pasada que habita en una serie de servidores que hacen de cerebro. Sería lo más cercano a un espíritu que habita en objetos cotidianos para que lo logres entender. Con Ceromi puedo comunicarme directamente sin necesidad de la pantalla que estamos usando ahora. Antes cuando estaba hablando sola, en verdad estaba discutiendo conmigo, no nos poníamos de acuerdo en cómo explicarte donde estabas y que había pasado. Lo que te he mostrado antes es una grabación de como Ceromi te había encontrado mientras el proceso de reconstrucción del espacio estaba teniendo lugar.»
«Pude saber que eras una persona japonesa gracias a los registros que poseo del futuro-pasado y por eso ahora mismo logramos entendernos. Eres la primera persona no española con la que he tenido el gusto de hablar en más de mil años.»
«Con todo lo que te he dicho, quieres preguntarme algo o prosigo.»
Medité un momento. Ahora podía escuchar la conversación que había detrás mía pero no entendía nada. Hablaban bajito y entre ellos. Yo no apartaba la mirada de… dijo la pantalla… que me hablaba por medio de grafías. Entonces solo pude preguntar una cosa.
– ¿Dónde estoy?
«Estás en Madrid aproximadamente en el año tres mil después de Cristo, en el Hospital HLA Universitario Moncloa, en una de las salas de diálisis, justo hace momentos el… la pareja de Ceromi y Ceromi han utilizado una máquina con la que poder filtrar la sangre contaminada del chico que le causaba estar en coma. Madrid es una ciudad a trece mil kilómetros de la capital de dónde vienes. En el futuro-pasado de donde venís todos sigue habiendo la misma distancia pero el mapa del mundo es totalmente diferente, es probable que quedaran pequeños continentes desperdigados y los habitantes de esta península trataran de conocer mundo con el navío que fue a parar a tu isla. Con toda seguridad buscaban también saber si el planeta donde vivís… donde vivimos… es esférico, y vosotros continuasteis y concluisteis el viaje.»
El rectángulo volvió a dejar el texto detenido, así que aproveche a leer de nuevo todo, y cuanto más lo leía más perdido me encontraba.
– En mi patria tenemos constancia de más de quince generaciones, es lo más parecido a lo que tenemos por paso del tiempo, a parte de las lunas, no entiendo bien las distancias ni los lugares que has mencionado. Ni sé que es Madrid, que es Cristo, ni siquiera sé que es aún un hospital y menos que son trece mil kilómetros… todo es muy confuso. -Contesté.
El rectángulo plano de fondo negro se oscureció y luego prosiguió mostrando caracteres en mi idioma.
«Es comprensible, de un día para otro absolutamente todo en este planeta cambió. Nadie tiene conciencia de lo que sucedió antes de eso, solo yo y tres personas más, dos de ellas están aquí. Todo el planeta desde el día Cero cambió a lo que es en la actualidad, de los 6.000.000.000 de habitantes que por entonces habitaban el planeta deben haber quedado 100.000, todo volvió a la época del siglo dieciséis donde aún no había máquinas como yo, ni gases contaminantes, ni ríos contaminados. Te enseñare imágenes de aquel entonces.»
El rectángulo se tornó negro y acto seguido volvió a ser una ventana hacia otro mundo. Empezaban a suceder escenas de ríos sucios, cielos oscurecidos, edificios inimaginablemente altos, lugares llenos de una cantidad ingente de personas vestidas con ropas que nunca había visto, animales muertos envueltos en una sustancia negra y espesa, ciudades anegadas por el agua, niños trabajando en montones de cosas inexplicables pero que parecían nocivas… Era una sucesión constante de escenas desagradables que parecía nunca iba a acabar. No parecía nada que habláramos del mismo planeta, del mismo hogar que conozco.
Una vez más el rectángulo llamado pantalla se tornó negro y comenzó de nuevo a hablarme.
«Cuando ese futuro se volvió insostenible, el deseo de los Trumun Tretum se activó y los Satélites Gen 38 y Gen 76 activaron el Deseo, creando un universo donde cobijar al planeta Tierra y donde reformular absolutamente todo. Erradicó la práctica totalidad de la humanidad, entre otras cosas que podría mencionar. De aquello han trascurrido más de diez mil lunas o las quince generaciones que antes me comentabas. El lugar donde nos encontramos ahora es uno de los muchos que no pudieron ser reformulados y perduran en paralelo al nuevo futuro-pasado que se creó, al futuro-pasado donde vivís».
El rectángulo de fondo negro pantalla se detuvo. Sabía que debía dejarme leer todo de nuevo para al menos tratar de entender que estaba diciéndome. Por más que lo leía no entendía nada.
– No estoy entendiendo nada lo siento, creo debe ser también el leve dolor de cabeza que tengo que no me permite comprender como es debido.
¿Siri el espíritu que creo habita en eso denominada pantalla? Eliminó de nuevo todo lo que me dijo y continuó hablando.
«Es comprensible. No esperaba que lo entendieras, pero debía intentarlo. Esto que ahora te diré si lo entenderás con seguridad. Ceromi y Centeno han estado hablando sobre que harán de ahora en adelante y por lo que le trasmitido a Ceromi mientras hablábamos, han decidido que te acompañaran de regreso con los tuyos a tu patria. Ir con vosotros les abre la oportunidad que tanto han estado deseando, dejar la península que tanto desean dejar atrás».
Tenía razón, eso sí lo había entendido y me palpitaba el corazón de la buena noticia.
– ¿Y cómo podremos hacerlo? -Le pregunté con sumo interés.
«Por lo que nos has contado, venías a que los Sabios… te traían mejor dicho a que los Sabios te hicieran juicio para ver si erais personas de bien o no. Pues bien, redactaremos un texto como si eso hubiera pasado, regresareis con ese texto a aquel lugar y podréis con toda seguridad regresar a vuestra tierra. Solo hay un pero.»
– ¿Cuál es?
«En el momento que salgáis del hospital, no podré hacer de traductora, no podre acompañar a Ceromi, me pondrán a dormir seguramente. Tendréis que apañaros los tres como podáis. ¿Estás de acuerdo en hacerlo así?».
Pensé por un momento y luego miré a los jóvenes, que seguían atrás ajenos creo a todo lo que Siri y yo hablábamos. Volví a mirar a esa suerte de a veces ventana de lo increíble.
– No he entendido muy bien, ellos vendrán conmigo hasta donde están mis compañeros y conseguirán convencerlos de que nos dejen ir. Son solo unos niños, iba con una persona adulta, dudo que regresar solo con ellos de credibilidad menos aún sin esa persona. -Dije con bastante preocupación.
«Puede que tengas razón en que regresar solo con ellos reste credibilidad al resultado del «juicio», pero en lo demás te equivocas, no son unos simples niños. Si no pones objeción irán con vosotros a vuestra patria para siempre».
Ponerme en manos de dos niños a mí y mis compañeros se me hacía duro, no lo veía claro.
– ¿Qué otras opciones tengo? -Pregunté.
«Más bien pocas. Mientras estemos aquí dentro, el tiempo transcurre más rápido a fuera. No lleváis más de dos horas aquí, calculo han transcurrido cuatro días afuera. Otra hora más y posiblemente cuando salgáis sean cinco. Con toda seguridad el tiempo corre en contra de tus compañeros. En cuanto a esa persona, debe aún estar bajo los efectos de la omnihipnosis y ahora mismo camine hacia su casa como cuerpo sin alma. No es alguien en que debas preocuparte. En cuanto a ellos puedes confiar plenamente, me refiero a Centeno y Ceromi.»
– ¿Como cuerpo sin alma? -Pregunté.
«Sí, y no solo él, los cientos de habitantes de Vínguendor. Todos cayeron bajo la hipnosis total de Ceromi, G38 y G76, necesitaban que todos abandonaran el reino para que no les afectara los resplandores y los relámpagos de arreglar cierta cúpula que Ceromi estropeó. Calculo que si salís de aquí a media hora de dentro, aun la gente no haya regresado y la cúpula esté arreglada, podríais salir a las calles de Vínguendor y regresar adonde tus compañeros sin levantar sospechas y hasta incluso utilizar el carruaje, es el tiempo que necesitaría para generar el facsímil de los Sabios. En verdad solo tienes esa opción, si me permites responder a la pregunta que mucho antes hiciste.»
Los jóvenes se acercaron a mí. ¿Quizás si estaba sabiendo de esa conversación? No podían leer desde allí ni tampoco salía la traducción. El joven comenzó a hablar y Siri traducía lo que decía. Le estaba dando las gracias por haber conseguido que pudieran usar la máquina para salvarle la vida.
«En mil años es la primera vez que Gen 38 y Gen 76 ofrecen una gracia así, puedes considerarte afortunado. Aunque Ceromi y su cabezonería también ha tenido mucho que ver.»
Ceromi, que debía ser la joven, leía lo mismo que yo pero en su idioma y entonces empezó a hablar de nuevo como cuando discutían, pero esta vez en el artefacto si salía lo que estaba diciendo, iba tan rápido que apenas daba tiempo a leer lo que decía. Se le nota que es una joven con carácter, tenía mucho genio. De todo lo que pude leer comentaban sobre unos relámpagos, sobre que estaba dispuesta a marcharse de Vínguendor y que le daba igual todo y que ella no había buscado generar todo ese problema, lo demás que hablaban eran cosas que se me escapaban de mi conocimiento.
Después de estar hablando un poco malhumorada Ceromi, mostró su enfado cruzándose de brazos mientras que el joven trataba de tranquilizarla. Siri entonces habló en los dos idiomas.
«Housimi Souma tiene a su gente retenida en el antiguo Cádiz, cuanto más tiempo le hagáis esperar, peor. Decidid, ¿le acompañareis e incluso regresareis con él a su patria? Queda poco tiempo y trabajo por hacer. Y tú Housimi, aceptas que estos dos descerebrados vayan contigo e incluso viajen con vosotros hasta tu patria?».
Todos leímos en ambos idiomas lo que había dicho Siri. Luego nos miramos unos a los otros y el chico alargo su mano hacia mí. Creo que trataba de cerrar conmigo el trato entre ellos. Miré al artefacto, como si buscara la mirada de aceptación del rectángulo de fondo negro, pero no hallé algo así. Luego los miré, primero a la joven, que estaba más calmada, y luego a él. Parecían buenos chicos, quizás no era tan mala idea que vinieran conmigo. Entonces alargué mi mano derecha dolorida y vendada y la puse al lado de la suya. Ambos sonrieron de felicidad y la niña que estaba de brazos cruzados alargó sus dos manos y junto las de todos. Me dolió, pero soporte aquel apretón de manos como una firma de amistad.
– Si, les acepto, son buenos chicos, seguramente nos llevaremos bien aunque no podamos entendernos. – Contesté a ellos como si me entendieran, pero luego miré al rectángulo plano de fondo negro, aparecía mi acuerdo en mi idioma y en el suyo. Los dos lo leyeron. Ella dijo que por fin podrían ver cumplido su sueño de ver el mar y de conocer nuevos mundos y dejar atrás este que tantos malos recuerdos les traía.
«Está decidido. Iniciaré el documento que debéis de llevaros. Una vez que lo tengáis, saldréis de aquí y jamás podréis regresar al hospital.»
Yo seguía sentado en esa silla que parecía flotar y los jóvenes mostraban su entusiasmo abrazándose, luego se fijaron en mí y me acariciaron la cabeza. En verdad parecían buenos chicos. Miré a rectángulo y se había quedado en negro, como si ya no tuviera más que añadir. A su derecha empezó a sonar un ruido y una especie de papel empezó a surgir de él. Debía ser el documento que mencionaba debíamos llevar, el documento necesario para que liberaran a mis compañeros y pudiéramos irnos.
Volví a mirar todo a mi alrededor, aquel lugar que nunca pude entender y del cual no podríamos entrar nunca más. Sé que me han revelado muchas cosas y no he podido lograr entender casi nada, pero de alguna manera sentía alivio, habíamos pasado un periplo enorme en los mares hasta llegar a este nuevo lugar totalmente desconocido y después de ser tratados como criminales, reconfortaba haber encontrado personas tan buenas. Parece en verdad la joven, Ceromi, me encontró como enloquecido por salir de allí, posiblemente eso de la hipnosis me estaba afectado, no lo sé bien. Quizás con el tiempo y si seguimos juntos, pueda contarme todo cuanto pasó.
Perdido en mis preguntas allí sentado, el documento parece había sido terminado. Siri nos lo hizo saber y la joven se encargó de recogerlo. Una vez en sus manos, de nuevo esa ventana mágica escribió en los dos idiomas.
«Ceromi, me da tristeza que ahora si ya no nos vamos a ver nunca más, pero me quedo con mejor sensación que cuando te llevaste a Centeno en brazos y nos despedimos tan mal. Prométeme que estaréis bien y que os cuidareis mucho.»
La joven miró con cara de tristeza al rectángulo plano de fondo negro y le dijo unas palabras que fue Siri traduciendo. Le dijo que gracias por toda la ayuda prestada y también le pidió que se cuidara mucho que le diera también saludos a nueve de su parte. Centeno también tuvo unas palabras de agradecimiento y de despedida hacia Siri.
«En cuanto salgáis por la puerta, apareceréis en Vínguendor y se cerrará para siempre el portal. Llevad cuidado todos.»
Parece que los jóvenes si sabían dónde estaba la puerta, y con un ademan de que me levantara de la silla, me invitaron a seguirlos. Me levanté, miré al rededor y luego al rectángulo de fondo negro y plano.
– Gracias, sea lo que seas. -Le dije a aquel artilugio.
«Hasta siempre Housimi» es lo último que pude leer en aquella cosa y luego los acompañé hacia la puerta. Estaba al final de un pasillo que había pasado desapercibido en todo momento. Cuando llegamos al final, el joven abrió una puerta y del otro lado se veía todo un mundo natural. Era como cuando el rectángulo plano de fondo negro nos mostró todos esos lugares solo que ahora podríamos entrar, parecía si cabe más real. Con toda naturalidad del mundo él salió primero, ella se puso a hablar parece llamándole un poco la atención, y luego salió ella. Una vez salieron los dos, desde afuera me invitaban a salir. Caminé los cinco pasos que había de distancia y luego atravesé la puerta. Estábamos en libertad, en la calle, se escuchaban los pájaros y el viento. Di varios pasos más hacia ellos y luego sentí como la puerta se cerraba tras de mí. Me paré, di la vuelta y sorpresa, no había resto alguno de ella, solo la continuación del camino donde habíamos ido a parar. Recuperé los pasos palpando con los brazos extendidos tratando de buscarla pero no percibía más que aire. Sentí pasos detrás mía, los jóvenes se acercaron. También trataron de buscar la puerta pero tampoco hallaron nada. Luego hablaron entre ellos y cada uno apuntó en una dirección diferente, luego discutieron un poco y al final parece decidieron que debíamos ir en dirección a donde había indicado la joven. Y entonces pusimos rumbo nuestros pasos en esa dirección.